miércoles, 24 de febrero de 2010

Capítulo 1

22.00 h
- Hola, ¿está Cayetana?- pregunté.
- Sí ahora se pone.
- ¿Si?
- Caye, soy Ana, ¿cómo va la cosa? - le interrogué.
- Ja, ja, ja, pues muy bien, casi ya lo tengo todo listo. ¿Y tú? - quiso saber Cayetana.
- Yo ya estoy lista, preparada para irme. Tengo unas ganas de que llegue mañana…, -dije impacientemente- nos lo pasaremos genial…

Cayetana y yo íbamos a pasar el verano con otras amigas a la costa del norte. Nos alojaríamos en un antiguo hotel que llevaba más de tres meses sin estar habitado, pues el abuelo de Penélope, Peni, como la llamábamos sus amigas, se había jubilado recientemente. Había oído hablar de él y al parecer, era precioso y muy grande. Se encontraba cerca de la playa, en un pueblo precioso que últimamente había crecido bastante, Villaviciosa.

Para acceder a la playa se podía ir en coche, bien coger un autobús, o dar un paseo en bici para los más aventureros. Rodiles era el nombre de esta. Además en ella se podía practicar surf y bodyboard, con la ayuda de profesionales.

Deseábamos que llegase el día siguiente para poder iniciar nuestras vacaciones, por primera vez solas, pues ya habíamos cumplido todas los dieciocho años, y por lo tanto ya éramos mayores de edad. Iba a ser nuestro último verano antes de entrar en la universidad, y lo queríamos disfrutar más que nunca.

- Bueno me tengo que ir yendo a dormir Caye- le dije, puesto que mi madre me había hecho una señal de fuese terminando la conversación.
- Vale, entonces, mañana a las diez en la parada de autobuses,¿no?. - me preguntó.
- Sí, sí, allí estaremos todas. Ah, por cierto he hablado con Amaya y me ha dicho que va a llevar el equipo de música. - le comenté
- Perfecto, ¡tengo unas ganas! - me dijo.
- Hasta mañana. - le dije sin ganas de terminar la conversación.
- Buenas noches, Ana.

8.00 h
Al día siguiente me levanté a las ocho, no me importó madrugar pues era un día especial que había que aprovechar. Todavía me quedaba meter en la maleta ropa que podría hacerme falta. Era bastante ordenada y me gustaba llevar las cosas bien colocadas y saber dónde iba todo. Le di un repaso a lo que me llevaba y cerré la valija. Para dos meses se necsitaban muchas prendas. Llevaba bañadores, bikinis, vestidos, faldas, camisetas, chaquetas, sudaderas, sombreros, gafas de sol..., iba bien preparada tanto para el frío, como para el calor.

8.40 h
Me puse un vestido veraniego de color beige y me coloqué las gafas de sol en la cabeza para no olvidarme de ellas, pues era un poco despistada. Cogí un bolso grande haciendo juego en una mano, y con la otra la maleta que pesaba más que mis dos hermanos, Lucas y Nicolás, juntos. Estaba bajando por la escalera para ir a desayunar, cuando sonó el timbre.
Llegué hasta la planta de abajo corriendo, y vi que quien se encontraba en la puerta principal era Adriana, una amiga que también iba a irse a veranear, pero no la esperaba en casa, y menos a esas horas.

- ¡Ana!
- ¡Adri!, ¿pero qué haces aquí? - le pregunté.
- Su madre llamó ayer y dijo que si no me importaba que viniese a casa a desayunar, pues tenía que marchar temprano, y ya que nuestra casa está cerca de la estación podría ir andando sin ningún problema - fue mi madre la que resondió a mi pregunta.
- Espera, espera..., osea que tu madre te bajó de casa, - pues Adriana vivía en un pueblo cercano a la ciudad - para que vengas a desayunar y, ¿luego vayamos juntas a coger el bus? - me intenté aclarar.
- ¡Si! - exclamó Adriana.

Hoy estaba preciosa, llevaba un vestido de tirantes parecudo al ue yo llevaba pero en tonos verdes a juego con unas sandalias preciosas con una flor. Había peinado el pelo marrón oscuroque tenía, suelto y con raya al medio. Llevaba sus ojos verdes claro, que parecíian verde esmeralda, tapados por unas gafas de sol que se quitó nada más entrar en casa. Estas se necesitaban, pues afuera, a pesar de la temprana hora que era, hacía mucho sol.